En esta ocasión les vengo a
comentar algo que realmente estresante y creo que a quien pueda leer esto,
igual le pasa. Les cuento rápidamente mi anécdota. Hace ya unas semanas atrás,
me disponía a depositar un cheque que obtuve a cambio de realizar mis arduas
tareas en mi trabajo, pero me llevé un gran disgusto cuando pude visualizar una
larga fila en las afueras de la sucursal bancaria a la que acudí, porque pues,
contingencia. Eran aproximadamente 30 personas en espera de poder ingresar para
realizar sus movimientos o acudir a un ejecutivo, en un calor de la mañana
sumamente perceptible. De pronto una sensación de cansancio se apoderó de mi y
la desesperación se sentó a mi lado a esperar. Creo que todos odiamos esperar.

No pude evitar pensar en toda la
vida que se me va esperando en esas largas filas, como en aquellas del super
mercado, donde desafortunadamente siempre me toca esperar en la que avanza más
lento, pero sé muy bien que, si me cambio de fila, la que acabo de dejar comenzará
a avanzar más rápido que la fila en la que me coloque. En fin. Sé que les ha
pasado.

También odio que cuando más
hambre tengo, y estoy esperando en la fila de los tacos o de cualquier puesto
de comida, la persona antes que yo, resulta que hace un pedido enorme, como
para alimentar a todos los miembros de su iglesia por 15 días. Inmediatamente
mis tripas se empiezan a devorar entre ellas.
Y es muy similar en cada fila que
esperes, así sea para eventos deportivos, conciertos, la fila para los boletos
para el cine o la dulcería, y obviamente se siente peor, si te da hambre, sueño
o la más horrible de todas, ganas de ir al baño… ¡y que en el baño haya una fila!
Así que me puse a leer un poco al respecto y encontré datos un poco curiosos en
internet, como que se estima que podríamos pasar hasta 3 a 4 años de nuestra
vida, esperando en largas filas. Tristemente.
Sin embargo, hay quienes estudian para saber cómo reducir el estrés y la desesperación al esperar en las filas y crean algunas técnicas para ello. Por ejemplo, en los parques temáticos de Disney, las filas son larguísimas, de hasta 40 minutos de espera para un atracción de menos de 4 minutos, y con todo y eso, al principio de cada fila te ponen un enorme letrero que indica el tiempo que debes de esperar para subir a tus atracciones favoritas, e incluso, suelen agregar 10 a 15 minutos más a la cuenta para que cuando llegues “antes de tiempo” sientas una satisfacción por “no haber esperado tanto”. También aplican la de ocultar la fila entre paredes llenas de luces de colores, atracciones y pantallas que puedes ver o tocar mientras avanza. Mientras que lo único que puedo ver justo enfrente mío, está una señora que usa su cubrebocas de tapa papada y obviamente la veo feo, aunque a parte de mí, creo era la única que traía, y un señor que lamentablemente usa bastón y apenas puede sostenerse, pero debe esperar igual que todos. A veces la vida es injusta, aunque a él no lo veo feo. Si bien, regresando a lo de Disney, el último recurso que usan ahí es el de poner a botargas de tus personajes favoritos que harán uno que otro acto para que el tiempo lo sientas mucho menos. Yo ni al doctor Simi tengo cerca para verlo bailar.
Pero después de todo, la
tecnología me hizo un favor, pues pude leer un poco mientras mi turno llegaba y
lo mejor de todo, es que pude escuchar una que otra canción que evidentemente
hicieron de mi espera un poco menos larga, aunque sigo pensando que esperar en
un día frío, con un café de olla a la mano y compartir el momento con alguien
más, evidentemente sería lo mejor.
Al final, cuando pude depositar
mi cheque y fui inmensamente feliz, me di cuenta de que no saque ninguna
conclusión de todo esto, por lo que sólo les puedo recomendar algunas canciones
que escuche en mi tiempo de espera, así como usar cubrebocas y gel sanitizante
siempre que vayan a salir y desearles que tengan o hayan pasado un excelente día,
al momento de leer esto. Bis bald.